Negociar y recortar, objetivos muy difíciles para el Gobierno
Un fracaso en la negociación con el FMI no está en las hipótesis de trabajo del gobierno, absorbidas en la búsqueda de rubros donde puedan aplicarse los recortes que permitan reducir el déficit. Las empinadas negociaciones con una oposición cada vez más activa y entusiasta.
Macri, entre las críticas de Poli, la plaza vallada y un locro con vecinos
Es difícil ir a pedir plata diciendo que estás quebrado, ¿no?”, se sinceró el jueves Mauricio Macri durante la reunión de Gabinete ampliado en el CCK. Unos 1.400 funcionarios escucharon así de boca del primer mandatario la explicación sobre un tema que más de uno de ellos ha cuestionado en privado: ¿por qué no se dio al principio de esta gestión un diagnóstico preciso de la gravedad de la herencia recibida en 2015? Tras la confesión, algunos sintieron que si ahora eso se expresa en tales términos es porque la única expectativa oficial de financiamiento está puesta en el Fondo.
Un hombre del equipo económico aclaró ante este medio que lo que el Presidente quiso graficar fue el estado de las reservas que encontraron. No dio precisiones, pero aseguró que el efectivo existente en el Banco Central era más que alarmante, por lo que -remarcó- debería valorarse más la recomposición que esta administración hizo en ese sentido. Por eso se irritan cuando desde la oposición les recriminan las reservas pérdidas durante esta corrida cambiaria. La ex presidenta lo graficó en su particular estilo, señalando que en apenas 15 días “se perdió el equivalente a dos YPF (con dos Vaca Muerta) o la deuda completa que reestructuramos con el Club de París”. Polémico.
Como sea, está claro que el gobierno apuesta un pleno al acuerdo con el FMI, y en ese sentido han ido todos los pasos dados desde que el Presidente pronunció la palabra prohibida. Gestos, hasta que se firme el acuerdo, en dos sentidos: la reducción del déficit, y la apertura al diálogo.
Este último punto, que debiera ser el más sencillo, se le hace cuesta arriba al gobierno. Porque buscar un gran acuerdo nacional cuando a la oposición “se le abrió el arco” (metáfora de 2019), tiene sus dificultades. Y porque los términos a acordar implican concesiones que ninguno quiere hacer. Gobernadores y legisladores de la oposición confiesan en privado que no están muy dispuestos a entablar un diálogo con “agenda abierta”. No rehuirán el convite, porque quedarían mal, pero sin la apertura que podrían haber exhibido cuando el país mostraba otra solidez, o el gobierno acababa de ganar las elecciones. “Ahora nos invitan al velorio”, graficó un mandatario norteño.
Habrá que reconocerle a Macri que le pone el cuerpo a la situación. El mismo está negociando cara a cara con cada uno de los gobernadores, dialoguistas y no tanto. Con algunos de estos últimos, como el formoseño Gildo Insfrán, mantiene un diálogo franco, y ha sacado ciertos beneficios del mismo. Con otros tiene una relación de amistad, como con Juan Schiaretti, pero si bien el cordobés se ha cansado de hacer gestos favorables al gobierno en el tema tarifas, sus legisladores han votado en contra. Su esposa incluida.
Desde ahí surgió ahora el proyecto de ley que apunta a que CABA y la provincia de Buenos Aires se hagan cargo del servicio que prestan EDENOR y EDESUR, y que el Estado nacional les transfiera AySA. El proyecto preocupa sobre todo a María Eugenia Vidal, cuyo ministro de Economía respondió que “en la Argentina del sálvese quien pueda invertimos mucha imaginación y energía a la hora de ver cómo hacemos para que la cuenta la pague el otro”.
Se supone que ese proyecto no va a prosperar, pero hará ruido en Diputados. Ruido también hará esta semana el proyecto para modificar el cuadro tarifario que se tratará el miércoles en el Senado. El gobierno sorprendió la semana que pasó impulsando un dictamen en el que acepta rebajar el IVA de las tarifas. Hasta el miércoles se seguirá negociando, pero no es sencilla la situación de Miguel Pichetto. El miércoles debiera votarse primero el dictamen correspondiente a lo aprobado por Diputados; recién después -si fuera rechazada esa iniciativa- se procedería a votar ese con el que sorprendió el gobierno, basado en propuestas de los gobernadores Urtubey y Schiaretti, y hasta un proyecto de Pichetto.